Primero hicimos una búsqueda entre los familiares para recabar información de sus abuelos y bisabuelos ya fallecidos. Nos facilitaron fotografías antiguas donde pudimos ponerle cara a estas personas y las imprimimos.
A continuación creamos marcos pintados para cada una de las fotografías que teníamos y las plastificamos para que sea un material duradero y nos sirva para otros años. Decoramos la casa rememorando las festividades de Halloween, Samahin y Día de Muertos mexicano.
Hablamos de las anécdotas de cada una de las personas involucradas en nuestro árbol genealógico. Asesorada por una gran conocedora del tema estuvimos dando forma al árbol de los niños juntando las dos familias involucradas en su nacimiento.
En un formato tipo fichas fuimos apuntando toda la información que teníamos de cada uno de los ancestros y creamos también tarjetas con sus nombres para realizar el juego.
El juego consistió en poner una persona o pareja en el centro del tablero decorado y tratar de identificar sus nombres, sus hijos, sus gustos o sus anécdotas.
El día de muertos encendimos velas, pusimos muchas flores y música profunda y estuvimos quemando incienso y hablando de ellos y de la muerte como parte de la vida. También hablamos de los lugares de procedencia de nuestra familia y de las cosas que les gustaba comer y beber. Todo un ejercicio de antropología cultural y seguimiento histórico de una misma.
Luego realizamos la actividad en forma de juego: había que identificar cada persona con su nombre y su anécdota. Cada fotografía tenía el nombre detrás para poder comprobarlo si teníamos duda.
Ha sido una experiencia fantástica y logramos llegar hasta el tataratatarabuelo de los niños.
Espero que os guste.