Este es un laboratorio sensorial, donde el contraste es el protagonista y donde nuestro cerebro no parará de sorprenderse.
La luz negra además es capaz de revelar la presencia de materiales fluorescentes que suelen permanecer invisibles con la luz convencional, por lo que tiene un sinfín de usos y posibilidades.
En cuanto a los materiales yo recomiendo tener alguna bombilla de luz negra comprada, y si queremos realizar este laboratorio podemos completar esos led con algunas bombillas de luz negra hechas en casa. Hay varios tutoriales en internet, yo con la lámpara casera solo logré un tono azulado que sirvió para ambientar pero no era especialmente refractante de lo flúor.
También descubrí que funcionaba la luz de la lámpara de uñas permanentes, por si tenéis alguna en casa.
En cuanto a los colores, pueden también comprarse por internet, y sirven muchos colores flúor con los que convivimos normalmente (temperas, fieltros, rotuladores) incluso el blanco sorprende en este ambiente.
El espacio contaba con música animada, un lugar para el arte sobre papel que conforme iban produciendo lo íbamos colgando, otro espacio para la motricidad con un túnel decorado como una oruga y una caja sólida para meterse dentro.
Yo iba introduciendo algunos objetos poco a poco: bote de la calma flúor, set bodypaint, estrellas y planetas luminosos, y algunos objetos que había pintado con tinta invisible.
La actividad duró 2 horas y media pasando por muy distintas etapas, fue algo realmente mágico.
Ya con ganas de repetir.