Nunca habíamos apreciado tanto la libertad de los pájaros y la suerte de su visita hasta que nos quedamos más de un mes sin salir de casa. Así que decidimos fidelizar sus visitas preparándoles una casita y metiéndoles el pan dentro. No pensábamos que fuera a ser tan efectiva, pero lo cierto es que se meten dentro a comerse su pan.
Para preparar el “pan de pájaros” mezclamos harina de trigo o maíz y agua, no le ponemos sal ni levadura, lo calentamos un poco al horno y luego lo desmigamos y lo colocamos en la casita.
Nosotros la hemos comprado, pero podéis construirla si sois mañosos, es una cajita con un agujerito y una tapa. Que por cierto también nos ha servido de “caja de permanencia” en otras ocasiones.
La caja de permanencia se utiliza para fortalecer en la niña o niño la idea de que las cosas que ella/el no ve siguen estando ahí a pesar de que no se vean. Este ejercicio está indicado con niños de 0 a 3 y se realiza introduciendo una pelota pequeña por el agujero, destapar la caja y recoger la pelota, y así hasta que al niño/a le sirva repetirlo. Es especialmente útil para trabajar con ellos en los momentos en los que muestran angustia cuando se va la madre o el padre, porque para ellos el no verlos es sinónimo de que no existen. La caja de permanencia les refuerza la idea de que su madre está en algún lugar, aunque no la vea y que es recuperable.
Primero vimos un pajarito comerse nuestro pan en directo.
Luego solo hay que colocar la comida dentro de la caja y esperar en silencio con mucha paciencia y quietud a que aparezca algún pajarito a meterse dentro de ésta.