También se utiliza para tomar conciencia de la respiración.
Un niño de tres años tiene que soplar con mucho aire para realizar pompas de gran tamaño y sobretodo tiene que respirar de un modo potente pero comedido y constante, por lo que es un ejercicio muy recomendable para aprender a controlar la respiración y como paso previo a ejercicios más difíciles de relajación.
Esta actividad la hemos realizado de formas distintas. Por un lado, con un “pompero” gigante y una solución de agua y champú. Otra forma, si no tenéis “pompero”, es coger dos palos y atarles dos cuerdas: una de un metro en la parte inferior y otra de medio metro atada a la parte superior.
En este caso la mezcla la hemos echo con medio vaso de detergente de lavavajillas, dos vasos de agua, medio de cerveza y medio de azúcar y funciona a la perfección. Tened cuidado de utilizarla en un lugar donde no os resbaléis porque es algo pringosa. Nosotros aprovechamos para hacer juegos de equilibrio, pero hay que hacerlo con muchísimos control de movimiento y con sujeción par evitar accidentes.
Una vez que le hayáis pillado el truco a hacer las pompas podéis probar algo que les sorprende mucho: Atrapar la pompa y atravesarla con vuestras propias manos, para ello las manos deben estar bien enjabonadas con la mezcla.
Es una actividad divertida y muy fácil de hacer.
¡Animaos tengáis o no jardín!